Cuando uno ingresa a estudiar la carrera de Psicología, uno de los temas que mayormente se hacen mención en las clases, es que siempre los docentes de psicología comentan acerca del factor del romance prohibido entre un paciente y su psicólogo o mejor dicho con su psicoterapeuta. Aunque esta situación no es solo propia de las consultas psicológicas, sino que también se da en el campo de la docencia e incluso en las labores religiosas como la de los sacerdotes que hacen misas y confesiones, donde ha habido casos de curas enamorados de alguna feligrés y por ende han mantenido una relación intima con alguna de estas. Lo que expongo a continuación va a ser un estudio para comprender como surge este romance en situaciones donde va a ver un vinculo de cliente – servidor. Le comento también a los lectores que este articulo va a tener como principal estudio el comprender acerca de el hecho nada ético, sobre las relaciones amorosas que pertenecen a la práctica de trabajo de la psicoterapia (rubro de los psiquiatras y psicólogos), no obstante de forma breve se incluirá acerca de las relaciones amorosas de parte de los sacerdotes y de los docentes.
Cuantas veces habremos oído acerca de que un psicoterapeuta se enamoró de su paciente, encima que este estaba casado o que un docente mantiene una relación clandestina con su estudiante e incluso se oyen esos casos de sacerdotes que han roto sus votos para tener sexo con la pecadora de la confesión. Quizás estos casos parte de las experiencias de esta sociedad en que vivimos logran ser mencionados como un secreto a viva voz, pues Dios perdona el pecado más no el escándalo, por lo que muchas instituciones (donde trabaje un psicoterapeuta, un docente o un sacerdote) buscan mantener el secreto para evitar que se expanda el chisme como un virus.
En el psicoanálisis, en la psicología analítica y la psicología cognitiva se hace mención acerca de la situación de la transferencia y la contratransferencia (que son vínculos naturales de la relacion psicoterapéutica), no obstante debo decir que fue el Psicoanálisis fue el primero en mencionar acerca de la transferencia y de la contratransferencia. Sigmund Freud hace mención de que existe una transferencia de tipo positiva y otra de tipo negativa, así mismo reconoce que hay una contratransferencia positiva y negativa. Para poder explicar mejor debo decir que una transferencia positiva como también una contratransferencia positiva son las que van a permitir que pueda haber una buena relación entre terapeuta con el paciente (o cliente), permitiendo se pueda crear un “Mutuo Acuerdo”, también conocido como “Rapport”, pues ambos se sienten cómodos de poder trabajar juntos.
No obstante la transferencia negativa junto a la contratransferencia negativa, son las que van a generar un conflicto en la relación terapéutica, primero puede que no se logre dar una buena relación para tratar o abordar los problemas que aquejan al paciente, otra es que esas situaciones negativas son las que van hacer aparecer este romance prohibido, que va a traer muchas veces efectos destructivos para la vida de ambos. El Psicoanálisis propone por ejemplo que para evitar surjan este tipo de romances lo ideal es trabajar con un diván para evitar el contacto con el paciente y de este modo ser solo el oído que escucha el problema, o la voz que mantiene un contacto lejano pero a la vez cercano con el paciente.
Aaron T. Beck, fue un importante psiquiatra estadounidense que desarrollo parte de lo que actualmente nosotros conocemos como Psicoterapias Cognitivo Conductuales, él reconoce lo real de esta problemática amorosa en la relación terapéutica, si bien él no está de acuerdo con el uso del diván porque impide exista un contacto de confrontación con el paciente por lo que sugiere que se deba tener al paciente cara a cara. Pero para evitar que este problema romántico Beck, indica que debe hacerse uso de anillos de compromiso o matrimonio con el fin de que tanto el paciente como el terapeuta se enamoren, no obstante en su obra “Terapia Cognitiva de la Depresión”, menciona también lo siguiente: “Paralelamente, mientras que la experiencia de sentimientos cálidos y de gratitud hacia el terapeuta sueñe acelerar la terapia, en ocasiones el paciente puede llegar a estar tan anclado en sus sentimientos positivos hacia el terapeuta que no avance en la terapia. Es más, el paciente puede verse envuelto en una intensa reacción de “transferencia” hacia el terapeuta, lo cual se convierte en un problema. Algunos pacientes pueden abandonar la terapia por sentirse inclinados hacia el terapeuta, en tanto que otros pueden pretender dominar la relación mediante expresiones de afecto o de amor, pueden desear satisfacer sus deseos eróticos hacia el terapeuta, bien en la sesión terapéutica o fuera de ella. Si el paciente desea finalizar el tratamiento a causa de tales reacciones, el terapeuta debería animarle a sacarlas a la luz para poder examinarlas. En cualquier caso existen varias técnicas para tratar dichas reacciones. Por ejemplo, cuando un paciente “se enamora” del terapeuta, puede resulta útil pedirle a la paciente que escriba todas las características positivas que ve en él. Entonces, pueden examinarse las reacciones intentando encontrar la evidencia que las apoye. Después de haber hecho esto, se suele poner de manifiesto que el concepto que la paciente tiene del terapeuta corresponde más bien a imágenes grandiosas de él y a expectativas de mantener con el algún tipo de idilio independiente de la terapia”.
Me es importante decir que uno de los primeros casos amorosos que se sabe de la historia de la psicología y la psicoterapia, donde se ha reportado una relación amorosa entre un paciente y su terapeuta, fue el caso de la relación que mantuvo el psicoanalista Carl Gustav Jung con su paciente Sabina Spielrein, un hecho que ha sido retratado dos veces en el cine, en el que al final de esta historia amorosa, ambos tuvieron un final triste, pues Jung jamás abandono a su esposa por irse con su amante y paciente, a pesar de que Spielrein, pensaba darle un hijo a Jung. No obstante Sabina Spielrein, fue también una discípula de Sigmund Freud y logró llegar a ser una psicoanalista.
Cabe decir que Sabina fue quien le aportó a Freud el concepto que tenemos acerca de las pulsiones de vida y de muerte, es decir la pulsión tanática y la pulsión erótica, hecho que es mencionado en la biografía oficial del Dr. Carl Gustav Jung titulada “Jung: O la Experiencia de lo Sagrado” por Jean Jacques Antier, donde se menciona lo siguiente: “…Su obra es poco conocida. Bastante antes que Freud, que, como dijimos, se inspiró en ella para escribir “Mas allá del Principio de Placer” (1920), Sabina fue la que formuló la hipótesis del instinto de muerte. El instinto de procreación comporta dos componentes antagonistas, dos pulsiones opuestas, la vida y la muerte. La pulsión de vida, sexual y creativa, contiene en ella misma un componente destructor. Tras dar la vida, el ser humano muere, pero renace en su hijo bajo una nueva forma. Ese es el origen del mito, que explica la evolución: ninguna modificación puede mantenerse sin la destrucción del estado anterior. Sabina Spielrein fue su trágica y viva expresión. Pero al no haber podido esposar a su “padre” espiritual, el doctor Jung, y engendrar un Sigfrido de él, el héroe de la “Canción de los Nibelungos”, esta narcisista reconoció su fracaso. Su regreso a Rostov ponía punto y final a su vagabundeo, y señalaba su verdadera vocación: el sacrificio en las llama de la sinagoga”.
Quizás usted como lector se esté preguntando ¿porque puede surgir un amor del psicoterapeuta por su paciente o que un docente se enamore de su alumno (a) e incluso pueda surgir un romance de parte de un sacerdote en la labor de la confesión a una misma persona la cual confiesa casi todas las semanas? Para responder esto hay que decir existen muchas explicaciones, pero es vital decir que el ser un humano en su psique tiene 2 tipos de pensamientos, uno llamado Pensamiento Dionisiaco y otro llamado Pensamiento Apolíneo. El Pensamiento Dionisiaco desde el Psicoanálisis viene siendo lo que nosotros conocemos como el Ello, mientras que el Pensamiento Apolíneo será lo que conocemos como el Superyo. Cuando surge este amor indebido, por lo usual el sujeto se olvida de su rol como terapeuta, docente, sacerdote o mejor dicho acompañante, por lo que cae como ser humano (victima de sus pasiones) en lo instintivo afectuoso, y va a dejarse llevar también por sus instintos reproductivos de poder llevar a cabo su deseo sexual, el cual muchas veces se oculta en su propia sombra. El Ello del acompañante psicológico, educativo o religioso aflora también para que este se deje llevar por el anárquico Principio de Placer, que le va a cegar y le va a hacer caer en un plano inconsciente que le va a negar poder darse cuenta de que mantiene una relación amorosa con el cliente o la cliente, lo cual no es ético. Recordemos que el Ello es instintivo, anárquico y carente de toda lógica. Al dejarse el terapeuta como persona ser manejado por el Ello, le va a implicar que el Ello tome partido de este, para que surja un tipo de sentimiento, emoción o complejo.
No obstante la relación educativa, psicológica o religiosa de cliente – servidor, debe ser vista como una relación de poder, o también conocida como relación fálica. Pues el psicoterapeuta, el docente o el sacerdote son quienes dominan la relación de vínculo servicial. Por ejemplo desde la postura de un psicoterapeuta hacia su paciente, se puede decir que el psicoterapeuta es quien está sano y el paciente por lo tanto está enfermo, entonces si el psicoterapeuta es manejado por en Ello va a ver que debe brindarle “amor” al paciente o la paciente para que este se mejore, como lo que paso con Spielrein y Jung. Por otro lado en el caso de la docencia, el maestro se entiende que es el que tiene el saber, el conocimiento, mientras que el alumno, es el aun ignorante, cabe decir que la palabra alumno, significa: “el que no tiene luz”, por lo que el alumno admira al maestro por tener la luz, el conocimiento y ser un ser completo, el maestro ve en el alumno un ser incompleto, pero si el maestro es manejado en el Ello, va a ver a su alumno como un objeto de placer para educarlo y complementarlo, como lo que pasaba con los maestros griegos por ejemplo.
También cabe decir que desde una perspectiva de la Psicología Analítica, que si bien el Ello, puede manifestarse en estas relaciones como lo indicaría el Psicoanálisis, Hay que decir que la sombra del Anima y Animus, también se manifiesta en estas relaciones (pues todos los arquetipos de la personalidad, tiene un lado de luz y oscuridad), el terapeuta como Animus (aspecto masculino) puede por ejemplo ver en su paciente a aquella Anima, que necesita para completar o incorporar a su vida, lo mismo pasa con la psicoterapeuta que en calidad de Anima, ve en el paciente varon a su Animus. Muchas veces hay personas que buscan a aquella mujer rota, o mujeres que buscan al hombre roto al cual reparar, quizás muchas personas que entran al campo de la psicoterapia, son personas también rotas y por eso se enamoran de alguien roto, por eso el dicho siempre hay un roto para un descosido, por lo que hayan en la psicoterapia a alguna “victima” para que sea su completo arquetipal.
Es preciso decir al lector que este tipo de amor puede darse por sentimientos que pueden ser llamados como “Sentimientos de Pigmalión”, me gustaría bautizar a esta situación con el nombre de “Complejo de Pigmalión”, pero este ya existe en la Psicología, y viene siendo un complejo donde una persona que es pareja de alguien nocivo, busca cambiar las conductas de su pareja. Es decir piensa transmutarle para que deje de ser alguien maligno y sea convierta en alguien completamente bueno, lo cual en cierta forma es propio de mujeres que se enamoran del chico malo para que este se haga un hombre de bien y a la vez repararle de cosas que en el pasado le hicieron volverse alguien malo (el cual tiene una similitud muy parecida con el poco conocido complejo de la Bella y la Bestia). Cabe decir que en Psicología también existe algo que llamamos como “Efecto Pigmalión”, pero este “efecto” es una situación donde una persona consigue lo que se propone previamente a causa de la creencia de que puede conseguirlo, también este efecto es conocido como una profecía auto-cumplida que viene de una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se cumpla.
Ahora ¿porque nombrar a estas emociones como “Sentimientos de Pigmalión”?, la respuesta es un sí, pero para saber el porqué de bautizar con el término de Pigmalión hay que conocer acerca del mito de “Pigmalión y Galatea”, la cual nos dice: Pigmalión, era un rey de la isla de Chipre, quien buscaba desde muchísimo tiempo a una mujer con la cual casarse. Pero con una condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su búsqueda, decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar la ausencia. Una de estas, la cual llamo como Galatea, era tan bella que Pigmalión se enamoró de la estatua. Todas las noches Pigmalión le rezaba a la diosa Afrodita, para que esta volviese a Galatea una mujer real, Afrodita, apiadándose del rey convirtió a la estatua en una mujer real. Pero antes hizo que el rey tuviese un hermoso sueño, en esta proyección onírica, Pigmalión se dirigía a la estatua y, al tocarla, le pareció que esta estaba caliente, ya que el marfil se ablandaba y que estaba deponiendo su dureza, la cual cedía a sus dedos muy suavemente, como la cera del monte Himeto, la cual se ablanda ante los rayos del Sol y se dejaba manejar con los dedos, tomando figuras y haciéndola más dócil y blanda con el manejo. Al ver esto, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Por lo que en el sueño volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que esta era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos. Al despertar, Pigmalión se encontró con Afrodita, quien ya conmovida por el deseo del rey, le dijo "mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal". Y así fue como Galatea se convirtió en humana.
El sentimiento de Pigmalión el cual como ya se dijo puede darse en la psicoterapia como en la educación o en el campo de la religión, se da cuando también el terapeuta, el docente o un sacerdote piensa que su “paciente, cliente o feligrés” está logrando obtener una mejoría en su vida, y por lo tanto el terapeuta como el docente proyectan el pensamiento de que el paciente o el alumno es su mejor creación, (como si este fuese una obra escultórica), es decir el terapeuta, docente o sacerdote ve al cliente como un "objeto" más que a un "sujeto" (lo cual confirma que se trata de una relación de poder o relación fálica), al comienzo el Eros de ambos, se dará por una cuestión de admiración propio de la transferencia y contra transferencia positiva, que con el tiempo, la cercanía, como incluso los temas íntimos que traten en sus diálogos y también considerando que el ser humano es un ser carnal e instintivo (pues muchas veces se deja llevar por aspectos inconscientes, manejados por el Ello), va a despertar en esta relación sus pulsiones eróticas, pero como todo en esta vida debe tener un final, el ego narcisista quizás del terapeuta o docente e incluso del sacerdote, va a querer impedir que su “creación” se vaya, por lo cual teóricamente “esclaviza” a su “creación”, para evitar se desaparezca de su vida (por lo que la pulsión, cambia a una pulsión tanática). Un psicoterapeuta por ejemplo que se enamora de la paciente o el paciente no siempre va a mantener una relación amorosa y sexual, sino que buscará un pretexto para que el paciente, se quede con él, una forma sutil y descarada es decir que el paciente aun no ve que se haya recupera del todo y para poder extender la consulta le puede ofrecer algunas consultas gratis para mantener en secreto su amor neurótico y satisfacer la necesidad de ver a su “mejor creación”. No obstante como toda relación que si bien empieza con un Eros, hermoso, al darse cuenta el paciente que está siendo esclavizado, se va a rebelar contra el terapeuta y el Tanatos se manifestará, por lo que la relación de acompañamiento puede tener finales nada hermosos.
Ahora hay casos en que una psicoterapeuta puede mantener solamente relaciones sexuales con sus pacientes ya sean varones o mujeres (en caso sea lesbiana), de hecho en las cárceles donde hay psicólogas jóvenes han habido reportes de estas situaciones, pero aquí la atracción en las cárceles por parte de una psicoterapeuta se da por razones que tienen que ver con el aspecto de que el reo puede ser visto como un “macho alfa”, por lo que aquí ya se alejaría de los Sentimientos de Pigmalión, pero puede esta situación encajar en todo caso con el complejo de Pigmalión o con algún tipo de relación de poder.
Con respecto a la docencia antigua por ejemplo en la antigua Grecia, como en el renacimiento el docente o el maestro lograba mantener una relación con el alumno al cual le observaba buenas dotes, (en el renacimiento la preferencia del maestro, no era al que tuviese por lo usual dotes artísticas, sino aquel alumno que en términos para niños supiera darle “buenas alegrías exóticas” al maestro), esta relación bien vista en la sociedad griega antigua y escondida también en la época del renacimiento, recibe el nombre de “Erótica”, la cual según el filosofo francés Michel Foucault en su obra “Historia de la Sexualidad”, nos menciona que es el nombre que se da a esta relación donde un varón mayor se junta con un jovencito, en especial si este es su alumno. El varón adulto lleva el nombre de Erastes (que significa, el que ama) mientras al jovencito se le llamaba “Erómeno” (el que es amado). No obstante en los tiempos actuales aun existe y se sabe de maestros que tienen relaciones con sus alumnas o alumnos, yo me acuerdo de un docente en la carrera de Ciencias de la Comunicación (pues esta es primera carrera, mientras que Psicología es mi segunda carrera, para el lector que no lo sepa), el cual mantuvo relaciones afectivas de corto plazo con dos alumnas, las cuales aun estaban estudiando en la universidad, y esto me era algo muy sorprendente, pues era increíble ver que un docente no controlase sus impulsos y se aprovechase de su condición de maestro para ir de cacería amorosa. Lo cual desde mi visión actual como psicólogo, puedo decir “amigablemente” que tal vez el maestro no tenia mayor mundo para conocer a otras mujeres y por eso buscaba romances con sus alumnas y por eso digo que quiero pensar así, y no pensar realmente que puede ser que el maestro tenga fetichismos por relaciones de poder.
Para concluir, es importante mencionar que para que se dé un Sentimiento de Pigmalión por parte del terapeuta o cualquier persona que tenga una relación laboral con un cliente, se debe comprender que en primer lugar esta se da porque hay una sobre-identificación con el cliente, que va mas allá de lo laboral y que termina entrando en el campo intimo, segundo si bien somos de carne y tenemos sentimientos debe prevalecer siempre la ética y el distanciamiento para evitar que surjan estas relaciones que por lo usual terminan mal, tercero somos seres instintivos por lo que nuestros romances indebidos que aparecen por ese flechazo de “Eros”, se dan porque somos seres que cometemos actos siempre estando inconscientes, por lo que para evitar este tipo de amoríos lo vital es estar siempre en consciencia y cuestionándonos si lo que hacemos es correcto, cuarto, si nos damos cuenta que algo no es ético, en especial estar en una relación con una paciente, en especial si uno es casado (como le paso al Dr. Jung) o la paciente o el paciente son casados, lo ideal es ser humildes y reconocer que uno también debe ir a terapia para solucionar esos deseos inadecuados, recordar que por nuestros frutos nos conocerán, y sería triste que nos conozcan como el profesional que mantiene relaciones prohibidas con sus clientes.
Cuantas veces habremos oído acerca de que un psicoterapeuta se enamoró de su paciente, encima que este estaba casado o que un docente mantiene una relación clandestina con su estudiante e incluso se oyen esos casos de sacerdotes que han roto sus votos para tener sexo con la pecadora de la confesión. Quizás estos casos parte de las experiencias de esta sociedad en que vivimos logran ser mencionados como un secreto a viva voz, pues Dios perdona el pecado más no el escándalo, por lo que muchas instituciones (donde trabaje un psicoterapeuta, un docente o un sacerdote) buscan mantener el secreto para evitar que se expanda el chisme como un virus.
En el psicoanálisis, en la psicología analítica y la psicología cognitiva se hace mención acerca de la situación de la transferencia y la contratransferencia (que son vínculos naturales de la relacion psicoterapéutica), no obstante debo decir que fue el Psicoanálisis fue el primero en mencionar acerca de la transferencia y de la contratransferencia. Sigmund Freud hace mención de que existe una transferencia de tipo positiva y otra de tipo negativa, así mismo reconoce que hay una contratransferencia positiva y negativa. Para poder explicar mejor debo decir que una transferencia positiva como también una contratransferencia positiva son las que van a permitir que pueda haber una buena relación entre terapeuta con el paciente (o cliente), permitiendo se pueda crear un “Mutuo Acuerdo”, también conocido como “Rapport”, pues ambos se sienten cómodos de poder trabajar juntos.
No obstante la transferencia negativa junto a la contratransferencia negativa, son las que van a generar un conflicto en la relación terapéutica, primero puede que no se logre dar una buena relación para tratar o abordar los problemas que aquejan al paciente, otra es que esas situaciones negativas son las que van hacer aparecer este romance prohibido, que va a traer muchas veces efectos destructivos para la vida de ambos. El Psicoanálisis propone por ejemplo que para evitar surjan este tipo de romances lo ideal es trabajar con un diván para evitar el contacto con el paciente y de este modo ser solo el oído que escucha el problema, o la voz que mantiene un contacto lejano pero a la vez cercano con el paciente.
Aaron T. Beck, fue un importante psiquiatra estadounidense que desarrollo parte de lo que actualmente nosotros conocemos como Psicoterapias Cognitivo Conductuales, él reconoce lo real de esta problemática amorosa en la relación terapéutica, si bien él no está de acuerdo con el uso del diván porque impide exista un contacto de confrontación con el paciente por lo que sugiere que se deba tener al paciente cara a cara. Pero para evitar que este problema romántico Beck, indica que debe hacerse uso de anillos de compromiso o matrimonio con el fin de que tanto el paciente como el terapeuta se enamoren, no obstante en su obra “Terapia Cognitiva de la Depresión”, menciona también lo siguiente: “Paralelamente, mientras que la experiencia de sentimientos cálidos y de gratitud hacia el terapeuta sueñe acelerar la terapia, en ocasiones el paciente puede llegar a estar tan anclado en sus sentimientos positivos hacia el terapeuta que no avance en la terapia. Es más, el paciente puede verse envuelto en una intensa reacción de “transferencia” hacia el terapeuta, lo cual se convierte en un problema. Algunos pacientes pueden abandonar la terapia por sentirse inclinados hacia el terapeuta, en tanto que otros pueden pretender dominar la relación mediante expresiones de afecto o de amor, pueden desear satisfacer sus deseos eróticos hacia el terapeuta, bien en la sesión terapéutica o fuera de ella. Si el paciente desea finalizar el tratamiento a causa de tales reacciones, el terapeuta debería animarle a sacarlas a la luz para poder examinarlas. En cualquier caso existen varias técnicas para tratar dichas reacciones. Por ejemplo, cuando un paciente “se enamora” del terapeuta, puede resulta útil pedirle a la paciente que escriba todas las características positivas que ve en él. Entonces, pueden examinarse las reacciones intentando encontrar la evidencia que las apoye. Después de haber hecho esto, se suele poner de manifiesto que el concepto que la paciente tiene del terapeuta corresponde más bien a imágenes grandiosas de él y a expectativas de mantener con el algún tipo de idilio independiente de la terapia”.
Me es importante decir que uno de los primeros casos amorosos que se sabe de la historia de la psicología y la psicoterapia, donde se ha reportado una relación amorosa entre un paciente y su terapeuta, fue el caso de la relación que mantuvo el psicoanalista Carl Gustav Jung con su paciente Sabina Spielrein, un hecho que ha sido retratado dos veces en el cine, en el que al final de esta historia amorosa, ambos tuvieron un final triste, pues Jung jamás abandono a su esposa por irse con su amante y paciente, a pesar de que Spielrein, pensaba darle un hijo a Jung. No obstante Sabina Spielrein, fue también una discípula de Sigmund Freud y logró llegar a ser una psicoanalista.
Cabe decir que Sabina fue quien le aportó a Freud el concepto que tenemos acerca de las pulsiones de vida y de muerte, es decir la pulsión tanática y la pulsión erótica, hecho que es mencionado en la biografía oficial del Dr. Carl Gustav Jung titulada “Jung: O la Experiencia de lo Sagrado” por Jean Jacques Antier, donde se menciona lo siguiente: “…Su obra es poco conocida. Bastante antes que Freud, que, como dijimos, se inspiró en ella para escribir “Mas allá del Principio de Placer” (1920), Sabina fue la que formuló la hipótesis del instinto de muerte. El instinto de procreación comporta dos componentes antagonistas, dos pulsiones opuestas, la vida y la muerte. La pulsión de vida, sexual y creativa, contiene en ella misma un componente destructor. Tras dar la vida, el ser humano muere, pero renace en su hijo bajo una nueva forma. Ese es el origen del mito, que explica la evolución: ninguna modificación puede mantenerse sin la destrucción del estado anterior. Sabina Spielrein fue su trágica y viva expresión. Pero al no haber podido esposar a su “padre” espiritual, el doctor Jung, y engendrar un Sigfrido de él, el héroe de la “Canción de los Nibelungos”, esta narcisista reconoció su fracaso. Su regreso a Rostov ponía punto y final a su vagabundeo, y señalaba su verdadera vocación: el sacrificio en las llama de la sinagoga”.
Quizás usted como lector se esté preguntando ¿porque puede surgir un amor del psicoterapeuta por su paciente o que un docente se enamore de su alumno (a) e incluso pueda surgir un romance de parte de un sacerdote en la labor de la confesión a una misma persona la cual confiesa casi todas las semanas? Para responder esto hay que decir existen muchas explicaciones, pero es vital decir que el ser un humano en su psique tiene 2 tipos de pensamientos, uno llamado Pensamiento Dionisiaco y otro llamado Pensamiento Apolíneo. El Pensamiento Dionisiaco desde el Psicoanálisis viene siendo lo que nosotros conocemos como el Ello, mientras que el Pensamiento Apolíneo será lo que conocemos como el Superyo. Cuando surge este amor indebido, por lo usual el sujeto se olvida de su rol como terapeuta, docente, sacerdote o mejor dicho acompañante, por lo que cae como ser humano (victima de sus pasiones) en lo instintivo afectuoso, y va a dejarse llevar también por sus instintos reproductivos de poder llevar a cabo su deseo sexual, el cual muchas veces se oculta en su propia sombra. El Ello del acompañante psicológico, educativo o religioso aflora también para que este se deje llevar por el anárquico Principio de Placer, que le va a cegar y le va a hacer caer en un plano inconsciente que le va a negar poder darse cuenta de que mantiene una relación amorosa con el cliente o la cliente, lo cual no es ético. Recordemos que el Ello es instintivo, anárquico y carente de toda lógica. Al dejarse el terapeuta como persona ser manejado por el Ello, le va a implicar que el Ello tome partido de este, para que surja un tipo de sentimiento, emoción o complejo.
No obstante la relación educativa, psicológica o religiosa de cliente – servidor, debe ser vista como una relación de poder, o también conocida como relación fálica. Pues el psicoterapeuta, el docente o el sacerdote son quienes dominan la relación de vínculo servicial. Por ejemplo desde la postura de un psicoterapeuta hacia su paciente, se puede decir que el psicoterapeuta es quien está sano y el paciente por lo tanto está enfermo, entonces si el psicoterapeuta es manejado por en Ello va a ver que debe brindarle “amor” al paciente o la paciente para que este se mejore, como lo que paso con Spielrein y Jung. Por otro lado en el caso de la docencia, el maestro se entiende que es el que tiene el saber, el conocimiento, mientras que el alumno, es el aun ignorante, cabe decir que la palabra alumno, significa: “el que no tiene luz”, por lo que el alumno admira al maestro por tener la luz, el conocimiento y ser un ser completo, el maestro ve en el alumno un ser incompleto, pero si el maestro es manejado en el Ello, va a ver a su alumno como un objeto de placer para educarlo y complementarlo, como lo que pasaba con los maestros griegos por ejemplo.
También cabe decir que desde una perspectiva de la Psicología Analítica, que si bien el Ello, puede manifestarse en estas relaciones como lo indicaría el Psicoanálisis, Hay que decir que la sombra del Anima y Animus, también se manifiesta en estas relaciones (pues todos los arquetipos de la personalidad, tiene un lado de luz y oscuridad), el terapeuta como Animus (aspecto masculino) puede por ejemplo ver en su paciente a aquella Anima, que necesita para completar o incorporar a su vida, lo mismo pasa con la psicoterapeuta que en calidad de Anima, ve en el paciente varon a su Animus. Muchas veces hay personas que buscan a aquella mujer rota, o mujeres que buscan al hombre roto al cual reparar, quizás muchas personas que entran al campo de la psicoterapia, son personas también rotas y por eso se enamoran de alguien roto, por eso el dicho siempre hay un roto para un descosido, por lo que hayan en la psicoterapia a alguna “victima” para que sea su completo arquetipal.
Es preciso decir al lector que este tipo de amor puede darse por sentimientos que pueden ser llamados como “Sentimientos de Pigmalión”, me gustaría bautizar a esta situación con el nombre de “Complejo de Pigmalión”, pero este ya existe en la Psicología, y viene siendo un complejo donde una persona que es pareja de alguien nocivo, busca cambiar las conductas de su pareja. Es decir piensa transmutarle para que deje de ser alguien maligno y sea convierta en alguien completamente bueno, lo cual en cierta forma es propio de mujeres que se enamoran del chico malo para que este se haga un hombre de bien y a la vez repararle de cosas que en el pasado le hicieron volverse alguien malo (el cual tiene una similitud muy parecida con el poco conocido complejo de la Bella y la Bestia). Cabe decir que en Psicología también existe algo que llamamos como “Efecto Pigmalión”, pero este “efecto” es una situación donde una persona consigue lo que se propone previamente a causa de la creencia de que puede conseguirlo, también este efecto es conocido como una profecía auto-cumplida que viene de una expectativa que incita a las personas a actuar en formas que hacen que la expectativa se cumpla.
Ahora ¿porque nombrar a estas emociones como “Sentimientos de Pigmalión”?, la respuesta es un sí, pero para saber el porqué de bautizar con el término de Pigmalión hay que conocer acerca del mito de “Pigmalión y Galatea”, la cual nos dice: Pigmalión, era un rey de la isla de Chipre, quien buscaba desde muchísimo tiempo a una mujer con la cual casarse. Pero con una condición: debía ser la mujer perfecta. Frustrado en su búsqueda, decidió no casarse y dedicar su tiempo a crear esculturas preciosas para compensar la ausencia. Una de estas, la cual llamo como Galatea, era tan bella que Pigmalión se enamoró de la estatua. Todas las noches Pigmalión le rezaba a la diosa Afrodita, para que esta volviese a Galatea una mujer real, Afrodita, apiadándose del rey convirtió a la estatua en una mujer real. Pero antes hizo que el rey tuviese un hermoso sueño, en esta proyección onírica, Pigmalión se dirigía a la estatua y, al tocarla, le pareció que esta estaba caliente, ya que el marfil se ablandaba y que estaba deponiendo su dureza, la cual cedía a sus dedos muy suavemente, como la cera del monte Himeto, la cual se ablanda ante los rayos del Sol y se dejaba manejar con los dedos, tomando figuras y haciéndola más dócil y blanda con el manejo. Al ver esto, Pigmalión se llena de un gran gozo mezclado de temor, creyendo que se engañaba. Por lo que en el sueño volvió a tocar la estatua otra vez y se cercioró de que esta era un cuerpo flexible y que las venas daban sus pulsaciones al explorarlas con los dedos. Al despertar, Pigmalión se encontró con Afrodita, quien ya conmovida por el deseo del rey, le dijo "mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal". Y así fue como Galatea se convirtió en humana.
El sentimiento de Pigmalión el cual como ya se dijo puede darse en la psicoterapia como en la educación o en el campo de la religión, se da cuando también el terapeuta, el docente o un sacerdote piensa que su “paciente, cliente o feligrés” está logrando obtener una mejoría en su vida, y por lo tanto el terapeuta como el docente proyectan el pensamiento de que el paciente o el alumno es su mejor creación, (como si este fuese una obra escultórica), es decir el terapeuta, docente o sacerdote ve al cliente como un "objeto" más que a un "sujeto" (lo cual confirma que se trata de una relación de poder o relación fálica), al comienzo el Eros de ambos, se dará por una cuestión de admiración propio de la transferencia y contra transferencia positiva, que con el tiempo, la cercanía, como incluso los temas íntimos que traten en sus diálogos y también considerando que el ser humano es un ser carnal e instintivo (pues muchas veces se deja llevar por aspectos inconscientes, manejados por el Ello), va a despertar en esta relación sus pulsiones eróticas, pero como todo en esta vida debe tener un final, el ego narcisista quizás del terapeuta o docente e incluso del sacerdote, va a querer impedir que su “creación” se vaya, por lo cual teóricamente “esclaviza” a su “creación”, para evitar se desaparezca de su vida (por lo que la pulsión, cambia a una pulsión tanática). Un psicoterapeuta por ejemplo que se enamora de la paciente o el paciente no siempre va a mantener una relación amorosa y sexual, sino que buscará un pretexto para que el paciente, se quede con él, una forma sutil y descarada es decir que el paciente aun no ve que se haya recupera del todo y para poder extender la consulta le puede ofrecer algunas consultas gratis para mantener en secreto su amor neurótico y satisfacer la necesidad de ver a su “mejor creación”. No obstante como toda relación que si bien empieza con un Eros, hermoso, al darse cuenta el paciente que está siendo esclavizado, se va a rebelar contra el terapeuta y el Tanatos se manifestará, por lo que la relación de acompañamiento puede tener finales nada hermosos.
Ahora hay casos en que una psicoterapeuta puede mantener solamente relaciones sexuales con sus pacientes ya sean varones o mujeres (en caso sea lesbiana), de hecho en las cárceles donde hay psicólogas jóvenes han habido reportes de estas situaciones, pero aquí la atracción en las cárceles por parte de una psicoterapeuta se da por razones que tienen que ver con el aspecto de que el reo puede ser visto como un “macho alfa”, por lo que aquí ya se alejaría de los Sentimientos de Pigmalión, pero puede esta situación encajar en todo caso con el complejo de Pigmalión o con algún tipo de relación de poder.
Con respecto a la docencia antigua por ejemplo en la antigua Grecia, como en el renacimiento el docente o el maestro lograba mantener una relación con el alumno al cual le observaba buenas dotes, (en el renacimiento la preferencia del maestro, no era al que tuviese por lo usual dotes artísticas, sino aquel alumno que en términos para niños supiera darle “buenas alegrías exóticas” al maestro), esta relación bien vista en la sociedad griega antigua y escondida también en la época del renacimiento, recibe el nombre de “Erótica”, la cual según el filosofo francés Michel Foucault en su obra “Historia de la Sexualidad”, nos menciona que es el nombre que se da a esta relación donde un varón mayor se junta con un jovencito, en especial si este es su alumno. El varón adulto lleva el nombre de Erastes (que significa, el que ama) mientras al jovencito se le llamaba “Erómeno” (el que es amado). No obstante en los tiempos actuales aun existe y se sabe de maestros que tienen relaciones con sus alumnas o alumnos, yo me acuerdo de un docente en la carrera de Ciencias de la Comunicación (pues esta es primera carrera, mientras que Psicología es mi segunda carrera, para el lector que no lo sepa), el cual mantuvo relaciones afectivas de corto plazo con dos alumnas, las cuales aun estaban estudiando en la universidad, y esto me era algo muy sorprendente, pues era increíble ver que un docente no controlase sus impulsos y se aprovechase de su condición de maestro para ir de cacería amorosa. Lo cual desde mi visión actual como psicólogo, puedo decir “amigablemente” que tal vez el maestro no tenia mayor mundo para conocer a otras mujeres y por eso buscaba romances con sus alumnas y por eso digo que quiero pensar así, y no pensar realmente que puede ser que el maestro tenga fetichismos por relaciones de poder.
Para concluir, es importante mencionar que para que se dé un Sentimiento de Pigmalión por parte del terapeuta o cualquier persona que tenga una relación laboral con un cliente, se debe comprender que en primer lugar esta se da porque hay una sobre-identificación con el cliente, que va mas allá de lo laboral y que termina entrando en el campo intimo, segundo si bien somos de carne y tenemos sentimientos debe prevalecer siempre la ética y el distanciamiento para evitar que surjan estas relaciones que por lo usual terminan mal, tercero somos seres instintivos por lo que nuestros romances indebidos que aparecen por ese flechazo de “Eros”, se dan porque somos seres que cometemos actos siempre estando inconscientes, por lo que para evitar este tipo de amoríos lo vital es estar siempre en consciencia y cuestionándonos si lo que hacemos es correcto, cuarto, si nos damos cuenta que algo no es ético, en especial estar en una relación con una paciente, en especial si uno es casado (como le paso al Dr. Jung) o la paciente o el paciente son casados, lo ideal es ser humildes y reconocer que uno también debe ir a terapia para solucionar esos deseos inadecuados, recordar que por nuestros frutos nos conocerán, y sería triste que nos conozcan como el profesional que mantiene relaciones prohibidas con sus clientes.
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